Viajar al Desierto de Namibia es conocer al más antiguo de los desiertos del mundo, es sentarse en lo alto de una de las dunas más altas del planeta y no poder evitar deslizarse por ellas como en un tobogán y es sobrecogerse con la imagen tétrica de los árboles momificados de Dead Vlei, la “Laguna Muerta”. ¿Por qué? Porque han pasado hasta 900 años bajo el sol intenso de Namibia sobreviviendo a temperaturas que llegan a alcanzar los 45o. Aun así, la fauna es de lo más variada en este desierto: facóqueros, gacelas, cebras, el amenazado rinoceronte negro y multitud de depredadores nocturnos que habitan la parte norte. Pero si hay algo de lo que presume este desierto es del oryx, su animal más representativo.
“¡Bienvenido al desierto más antiguo del mundo!”
A pesar de que la mitad del desierto está ocupada por el Parque Nacional Namib-Naukluft, una de las cosas más impresionantes es ver la inmensidad de las dunas. ¡Pueden llegar a alcanzar los 300 metros de altura! Ver el amanecer desde una de ellas es un imprescindible es un viaje a Namibia. Este mar de arena se extiende sobre el salar de Sossusvlei, uno de los puntos del desierto más interesantes, junto con el escarpado terreno del Cañón de Sesriem, que es la puerta de entrada a los 1.200 kilómetros que ocupa el desierto a lo largo de la costa de Namibia. Porque sí, viajar al desierto de Namib es abrir puertas a paisajes insólitos. ¿Te apuntas a dejar tus huellas impresas en la arena?