Basta con visitar la Gran Mezquita de los Viernes en Isfahán para ver la evolución que todas las mezquitas del mundo han experimentado a lo largo del tiempo. En apenas unos minutos las cúpulas y columnas de ladrillo que sostienen la parte clásica del templo son sustituidas por inmensos frescos y azulejos turquesas que dan la bienvenida a la enorme plaza del Imán: ¡el ombligo de la ciudad!, ¡el escenario ideal para imaginar todo tipo de leyendas!
"Cada una de las zonas de esta mezquita refleja el carácter de las distintas dinastías que gobernaron el país."
En tu visita a la Gran Mezquita de los Viernes de Isfahán, un paseo por el bazar es una actividad obligatoria. Los dos kilómetros que ocupan sus galerías agrupan todo tipo de gremios en pequeños puestecillos de los que es imposible no enamorarse. El delicioso aroma a especias y las ganas de seguir descubriendo un lugar lleno de magia invaden el aire. Y es que... ¡La cultura y el encanto de Oriente no dejan indiferente!