Es prácticamente imposible que la capital rusa no impresione en cuanto se pone un pie en ella. Su historia es, a veces, tan grande y fría como la ciudad misma y está presente a cada paso por los monumentos imperiales de antiguos zares y su arquitectura bolchevique, ¡y es que un viaje a Moscú está lleno de sorpresas! Una de ellas, la Plaza Roja, late por sí sola en lo más profundo de su corazón y es todo un símbolo para la ciudad y la Catedral de San Basilio capta en seguida todas las miradas con sus características cúpulas de colores. ¡Ya nos dirás cuando la veas! Pero, su más preciada joya es el Kremlin, el más antiguo de Moscú y uno de los más impresionantes del mundo.
“¡Su Catedral es única en el mundo! Cuenta la leyenda que se cegó a sus arquitectos para que no pudieran recrear otra igual”
Porque visitar Moscú es también perderse por sus museos porque nada es comparable a su excelencia en las artes escénicas; la ciudad de los 170 teatros es el sueño de cualquier bailarín de ballet o cantante de ópera. Los contrastes van de la mano combinando todo lo clásico de Tchaikovsky con el arte moderno y contemporáneo y, como si de una muñeca rusa se tratase, va mostrando sus secretos uno a uno sin terminar de desvelarlos todos. ¡Descubre todo lo que esconde la Matrioshka de tu viaje a Moscú!