¿Te imaginas un paisaje formado por blanco y azul de lo más intenso en medio del panorama mediterráneo de Turquía? Eso y mucho más es lo que tienes que ver en Pamukkale, unas piscinas termales cuyo nombre se traduce como “castillo de algodón”. ¡Y no es para menos! Gracias a sus formaciones geológicas alucinantes que se asemejan a la espuma o incluso el agua helada, creerás estar en un enclave propio de las zonas más invernales del mundo. Por algo será por lo que la legendaria Cleopatra visitaba esta zona para relajarse e incluso se hizo construir una poza en ella, cuyos restos se pueden ver en el fondo de la piscina que lleva su faraónico nombre.
El valle en el que se encuentra es genial para la práctica del parapente.
Pero las aguas termales y sus formaciones rocosas no son lo único que tienes que ver en Pamukkale. Pasea por el Parque Nacional antes de tu baño y te parecerá estar en un mundo que contrasta con el blanco y azul de las piscinas naturales, o intérnate en las Cuevas Kakkik, con las mismas características geológicas de Pamukkale. Y si quieres hacer todavía más especial tu visita a Pamukkale, viaja en el tiempo en las cercanas ruinas de Hierápolis y su cementerio con tumbas de lo más curiosas. Porque sí, Turquía tiene paisajes capaces de sorprender a cualquiera.